UNIFORMES DE SOLDADOS JAPONESES
DE LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL
DE LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL
EL SOLDADO DEL EJÉRCITO IMPERIAL JAPONÉS
El Ejército Imperial Japonés (大日本帝國陸軍 Teikoku Rikugun) fue el ejército de tierra del Imperio de Japón desde 1867 hasta 1945.El Ejército Imperial Japonés del período de 1931 a 1945 era una combinación extraña: una fuerza moderna, bien entrenada y armada, pero imbuida de las tradiciones antiguas y cerradas de un pueblo que acababa de salir de siglos de un autoimpuesto aislamiento del mundo moderno. El Ejército Imperial Japonés poseía importantes cualidades tácticas que puso en práctica casi hasta el final. El enemigo más temible es el soldado al que no le importa morir o seguir vivo, y esta cultura permeó en todas las fuerzas imperiales. Los soldados japoneses eran valientes, disciplinados y tenaces, y muy hábiles en la lucha nocturna, la infiltración, el engaño, las trampas y las emboscadas.
Durante la Restauración Meiji, las fuerzas militares leales al Emperador de Japón fueron samuráis que provenían principalmente de los han de Satsuma y Chōshū. Después del destronamiento del Shogunato Tokugawa y el establecimiento de la Era Meiji, cuyo gobierno estaba modelado al estilo europeo, surgió un Ejército más formal, leal al gobierno central y que no pertenecía a dominios individuales, ya que se reconocía que era necesario preservar la independencia de Japón frente al imperialismo occidental. Japón vivió un proceso de modernización acelerado a partir de la Era Meiji que le llevó de ser un país feudal de economía agraria bajo el Shogunato Tokugawa, a convertirse en la mayor potencia industrial de Extremo Oriente, en apenas 60 años. Las contradicciones de la sociedad japonesa se reflejaban en sus fuerzas armadas, que abrazaban cualquier avance tecnológico militar pero seguían ancladas en las costumbres de una sociedad medieval, esencialmente feudal. La adaptabilidad, las tácticas agresivas, el valor fanático y la obediencia ciega del soldado japonés iban a dar a ese ejército una victoria tras otra durante la guerra contra China en la década de 1930 y en las ofensivas relámpago contra las fuerzas estadounidenses, holandesas, británicas y de la Commonwealth en Asia y el Pacífico en 1941-1942. Sin embargo, estas cualidades humanas no bastaron cuando se enfrentaron al poderío económico, militar e industrial y a la cultura bélica verdaderamente moderna de EE.UU.
El Imperio del Japón entró en la Segunda Guerra Mundial lanzando una ofensiva sorpresa que se inició con el ataque a Pearl Harbor a las 7:48 a.m. hora de Hawai (18:18 GMT) el 7 de diciembre de 1941. En el transcurso de siete horas hubo ataques japoneses coordinados contra Filipinas, Guam y la Isla Wake, controladas en ese entonces por Estados Unidos, además de otros ataques contra el Imperio Británico en Malaya, Singapur y Hong Kong.os objetivos estratégicos de la ofensiva eran paralizar la flota estadounidense en el Pacífico, capturar yacimientos petrolíferos en las Indias Orientales Holandesas y expandir los límites del Imperio Japonés para crear un formidable perímetro defensivo alrededor del territorio recién adquirido.A mediados de 1942, las fuerzas armadas imperiales japonesas habían expandido enormemente el Imperio en una espectacular campaña de conquista de 6 meses. Pero casi desde el mismo momento en que cesó su avance por el Pacífico se vieron obligadas a defender sus ganancias frente a las contraofensivas aliadas, que al principio fueron lentas y débiles pero fueron ganando en potencia y confianza.
Fue una defensa para la que Japón estaba preparado en el plano táctico, no así en el estratégico. Tras unos reveses iniciales se estableció una Esfera de Defensa Nacional Absoluta que incluía Birmania, Malasia, las Indias Orientales, Nueva Guinea occidental y las islas Carolinas, Marianas y Kuriles. Durante los 3 años siguientes, los japoneses iban a defenderla con una determinación feroz que sorprendió a sus enemigos, pero con un resultado final incuestionable. Tanto había conquistado el ejército nipón que ahora se hallaba desplegado en el extremo de unas líneas de suministro extraordinariamente largas. El sistema logístico japonés era inadecuado - e incluso primitivo - a todos los niveles, pero los planes del alto mando para defender un perímetro tan inmenso no parecieron tener esto en cuenta. El Imperio quedó abrumado por la capacidad de EE.UU. de producir cañones, carros de combate, buques y aviones, y de tripularlos. Japón por su parte carecía de la base industrial necesaria para mantener a sus desperdigadas fuerzas armadas y reemplazar las enormes pérdidas sufridas. En el último año de la guerra, la producción japonesa se vio reducida drásticamente por los bombardeos aéreos aliados. Por ejemplo, en 1940 se fabricaron 1.023 carros de combate, por sólo 94 en 1945, y de modelos totalmente obsoletos.
La rendición de Alemania en mayo de 1945 selló finalmente el destino de Japón, ya que permitió al victorioso Ejército Rojo soviético intervenir en Manchuria el 8 de agosto de ese año, dos días después de que la bomba atómica fuese lanzada por los Estados Unidos sobre la ciudad japonesa de Hiroshima y un día antes de que otra bomba fuese lanzada sobre Nagasaki. Estos hechos forzarían la rendición japonesa y su retirada de Asia continental.
Los militares japoneses antes y durante la Segunda Guerra Mundial cometieron numerosas atrocidades contra el personal civil y militar. Se cometieron masacres, violaciones y saqueos a gran escala contra civiles, sobre todo la Sook Ching (terminó para "purga a través de la limpieza") y la Masacre de Nanking, y el uso de alrededor de 200.000 "mujeres de consuelo", que se vieron obligadas a ejercer la prostitución para el ejército japonés. El Ejército Imperial Japonés también participó en la ejecución y el trato duro de los militares y prisioneros de guerra aliados.
EL PILOTO DE CAZA JAPONÉS
El Servicio Aéreo del Ejército Imperial Japonés (大日本帝國陸軍航空隊 Dainippon Teikoku Rikugun Kōkūtai), también llamado Fuerza Aérea del Ejército Imperial Japonés (大日本帝國陸軍航空部隊 Dainippon Teikoku Rikugun Kōkūbutai), era la fuerza de aviación con base en tierra del Ejército Imperial Japonés. En 1940 el Servicio Aéreo del Ejército Imperial Japonés contaba con: 33.000 efectivos. Más de 1.600 aeronaves, de los que 1.375 eran aviones de combate de primera línea. En 1945 el Servicio Aéreo contaba con 676.863 efectivos.
Como el propio Ejército Imperial Japonés, su servicio aéreo fue desarrollado siguiendo las líneas de la Cuerpo Aéreo del Imperio Alemán y su principal misión era proporcionar apoyo aéreo táctico a las tropas de tierra mientras mantenían una capacidad limitada de interdicción aérea. También proporcionaba un importante apoyo de reconocimiento aéreo al Ejército. Por otra parte, el Servicio Aéreo de la Armada Imperial Japonesa era el responsable de los ataques de largo alcance y de la defensa aérea estratégica, y no fue hasta las últimas etapas de la Guerra del Pacífico cuando ambos servicios intentaron llevar a cabo algo parecido a una defensa aérea integrada. La aviación japonesa estuvo muy desarrollada en los años 30. Al comenzar la guerra tenía un arsenal de aviones de primera categoría, pero durante el transcurso del conflicto no tuvo renovación y eso le costó mucho al Japón.
A finales de 1941 Japón, con sus recursos disminuyendo, se lanzó, con la alianza de Alemania e Italia (el ejeBerlín-Roma- Tokio) a un ataque por sorpresa en la bahía de Pearl Harbor contra la flota americana varadaen ella. Esperaba que el silenciamiento de aquella flota, pudiera ocupar los territorios del sur asiático ypoder dar fin a su carestía de materias primas. Antes del estallido de la guerra, la aviación japonesa, (la cual jugó un papel importantísimo en la conquistade Asia) podía sin rubor presentar una aviación muy moderna y pilotada por pilotos diestros y consumados.En particular presentaba la mejor embarcación de guerra que hubiera en el mundo.
Los pilotos japoneses siguiendo el tradicional minimalismo nipon no hacian ninguna concesion a lo superfluo lo que relejaba en su sencillez y funcionabilidad de sus trajes de vuelo. Sin embarjo era abitual que los oficiales volaran con su katana (espada samurai).
A finales de la Segunda Guerra Mundial, miles de pilotos japoneses se ofrecieron voluntariamente para ser kamikaze: se suicidaban estrellando sus aviones contra objetivos enemigos en nombre de su emperador. En la colorista mística sugerida por los símbolos del Shintoismo, el piloto que se mataba estrellándose contra el objetivo con su avión cargado de explosivos, ganándose un lugar en el paraíso de los héroes y en la veneración de la posteridad, quería ser un instrumento dócil y terrible en las manos de la divinidad, y actuar como su rayo destructor. El término Kamikaze (Viento Divino) fue utilizado originalmente por los traductores estadounidenses para referirse a los ataques suicidas efectuados por pilotos de una unidad especial perteneciente a la Armada Imperial Japonesa contra embarcaciones de la flota de los Aliados. Es difícil verificar las cifras, pero se cree que entre 3.000 a 4.000 pilotos japoneses estrellaron sus aviones a propósito contra un objetivo enemigo. Se cree que solo el 10% de las misiones tuvieron éxito pero hundieron unas 50 naves de los aliados.
EL MARINERO DE LA ARMADA IMPERIAL JAPONESA
La Armada Imperial Japonesa (大日本帝國海軍 Dai-Nippon Teikoku Kaigun, «Armada del Gran Imperio japonés» o 日本海軍 Nippon Kaigun, «Armada japonesa») fue la armada del Imperio del Japón desde 1868 hasta 1945. Fue una de las marinas de guerra más poderosas durante la Guerra del Pacífico, e incluso de toda la Segunda Guerra Mundial. La Armada imperial, estaba dividida en Flota de Batalla, Flota de Exploración, Flota de Bloqueo y Transporte, Flota de Mandatos, Flota del Norte, Flota Submarina y Flota Aérea (Portaaviones), que al mando del Almirante Yamamoto formaban la Flota Combinada que entraría en la guerra con el ataque a Pearl Harbor. La Flota Combinada en 1941, constaba de 10 acorazados, 6 Portaaviones Pesados, 4 Portaaviones Ligeros, 18 Cruceros Pesados, 20 Cruceros Ligeros, 112 Destructores, 65 Submarinos y un número pequeño de mini submarinos.
La continua modernización y la versatilidad de la ingeniería naval japonesa contribuyeron a que se produjeran unidades más avanzadas y mejor logradas tanto en diseño como en efectividad respecto a sus contrapartidas del resto del mundo. Los japoneses además desarrollaron los submarinos más grandes y con mayor autonomía de todos los participantes en la Segunda Guerra Mundial, anotándose importantes éxitos.
Su rama aérea era una de las más potentes fuerzas aéreas navales existentes en ese momento, e incluso se podría decir que, compuesta por la élite de los pilotos de Japón, sometidos a un férreo entrenamiento y disciplina, era la fuerza más efectiva.
Sin estar completa, era sin duda una de las más poderosas armadas, en esos momentos también la mejor entrenada y con mejor espíritu de lucha. No obstante, sufría de varias deficiencias: La Fuerza de Submarinos operaba con un concepto estratégico equivocado para la época. Los submarinos eran de los más poderosos del mundo, capaces de ir hasta California, lanzar sus aviones y regresar sin tener que reabastecerse. Sin embargo, el hábitat era deficiente y las tripulaciones sufrían las consecuencias en las travesías largas. Por otro lado, semejante fuerza ofensiva sólo se empleaba en operaciones tácticas defensivas, protegiendo la flota, pues carecía de un comando propio con capacidad de realizar operaciones estratégicas. Eso la diferenciaba enormemente de la fuerza submarina alemana. La capacidad antisubmarina de la flota era deficiente. La flota mercante no viajaba en convoyes, sino todos aislados y a su suerte. Cuando enmendaron ese error, lo hicieron de manera desastrosa por falta de coordinación y entrenamiento. Por su parte, EE.UU. hundió en el transcurso de la guerra, el 86 por ciento de los 10 millones de toneladas de capacidad de bodega de los transportes japoneses y lo hizo casi exclusivamente con submarinos. El radar era conocido por los japoneses, pero no le dieron importancia, pues pensaban que con la capacidad de detección aeronaval era suficiente para protegerse. Esto fue un error, como demostrarían los estadounidenses, que a pesar de las muchas fallas en sus sistemas de radar al comienzo, fueron perfeccionándolo y adaptando sus tácticas para sacarle el máximo de provecho. Como quedó demostrado, los japoneses tenían unos sistemas de detección aeronaval nocturno excelentes al comenzar la guerra, que causó muchas pérdidas a las fuerzas Aliada, pero a la larga no sería suficiente. La protección antiaérea de los japoneses residía en su poderosa fuerza de portaaviones y mediante el emplazamiento de bases aéreas en todas las islas del Pacífico. Por esa causa, no le dieron importancia al blindaje ni a las defensas antiaéreas. El número de baterías antiaéreas en la flota japonesa y el grosor del blindaje en los buques fueron patéticos. Hasta la aviación sufrió esas consecuencias. Los aviones fueron diseñados para ser ligeros y maniobrables por tanto no pensaron en blindajes para proteger al piloto, que al comenzar la guerra no llevaban ni el paracaídas. Sólo tarde en la guerra comenzaron a incrementar las baterías antiaéreas en los buques, pero no en número suficiente y con poca velocidad de disparo y de calibre. Tras la rendición de Japón y la posterior ocupación de los Aliados al final de la Segunda Guerra Mundial, la Armada Imperial fue disuelta en 1945.
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