UNIFORMES DE SOLDADOS DEL EJE
DE LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL
EL SOLDADO HÚNGARO
El Ejército Húngaro fue una de las fuerzas armadas más combativas del Eje en la Segunda Guerra Mundial. Curtido básicamente en los Balcanes y en el Frente Oriental de la Unión Soviética, los soldados magiares fueron guerreros muy superiores en calidad y arrojo, dos cualidades que demostraron a la perfección entre 1939 y 1945. Hungría fue durante la Segunda Guerra Mundial miembro de las potencias del Eje. En 1940, bajo la presión de Alemania, Hungría se unió al Eje. Aunque esperaba evitar la participación directa en la guerra, ésta pronto se hizo inevitable. En 1941, las fuerzas húngaras participaron en la invasión de Yugoslavia y la invasión de la Unión Soviética.
Fragmentado el Imperio Austro-Húngaro tras la Primera Guerra Mundial en 1918, la recién independizada Hungría se vio obligada a reducir notablemente sus fuerzas armadas siguiendo las directrices de los vencedores que encarnaba el bando de los Aliados. Según el Tratado del Trianon firmado el 4 de Junio de 1920, el Ejército Húngaro disminuyó sus efectivos a únicamente 35.000 oficiales, suboficiales y soldados repartidos en siete brigadas mixtas, a las cuales se prohibió expresamente poseer tanques, artillería pesada o fuerza aérea. A estas restricciones armamentísticas también se añadieron las industriales porque a las factorías militares solamente se les permitía producir cada año lotes que no superasen la cifra de 3.600 fusiles, 60 ametralladoras, 4 cañones, 4 morteros, 960 pistolas, 18.250.000 balas y 18.250 proyectiles de artillería. Justo antes de la Segunda Guerra Mundial el Ejército Húngaro se articulaba en diez cuerpos (I, II, III, IV, V, VI, VII, VIII y IX Cuerpos, más el Cuerpo Móvil) con veinticinco divisiones (1ª, 2ª, 4ª, 5ª, 6ª, 7ª, 8ª, 9ª, 10ª, 11ª, 12º, 13ª, 14ª, 15ª, 16ª, 17ª, 18ª, 19ª, 20ª, 21ª, 22ª, 23ª, 24ª, 25ª, 26ª y 27ª Divisiones de Infantería) y 18 regimientos. Cada cuerpo estaba formado por tres divisiones y cada división (inspiradas en las binarias del modelo italiano “Dándar”) por tres regimientos, los cuales a su vez contaban con tres batallones de primera línea, dos batallones de artillería con 24 cañones, un escuadrón de caballería, una compañía de baterías antiaéreas y otra de transmisiones, así como una serie de fuerzas independientes acompañadas por secciones auxiliares de 40 cañones de 37 milímetros y 38 fusiles anticarro. Solamente el Cuerpo Móvil se diferenciaba del resto porque incluía a las 1ª y 2ª Brigadas de Caballería con cuatro regimientos de jinetes, dos batallones ciclistas y dos grupos de caballería motorizada; además de las 1ª y 2ª Brigadas Motorizadas con seis batallones del mismo tipo, cuatro batallones ciclistas, dos de reconocimiento y un grupo de artillería motorizada. Por último había una serie de entidades autónomas que comprendían la Guardia de Fronteras (1ª, 2ª, 3ª, 4ª, 5ª, 6ª, 7ª, 8ª, 9ª, 10ª y 11ª Brigadas Fronterizas), la Guardia de Corps, la Guardia de la Corona, la Guardia del Parlamento, las 1ª y 2ª Brigadas de Montaña, y la 1ª Brigada Paracaidista.
Gracias a la alianza con Alemania e Italia con motivo del Pacto Tripartito que en 1940 llevó al nacimiento del Eje, Hungría rompió el Tratado del Trianon y tuvo manos libres para ampliar sus fuerzas armadas sin límite alguno. El crecimiento en escasos meses fue espectacular porque a pesar de que los vencedores de la Gran Guerra habían prohibido el servicio militar obligatorio, los jóvenes húngaros se habían estado adiestrando durante décadas dentro de milicias ciudadanas y grupos paramilitares rurales, lo que sin duda contribuyó a tener unas fuentes de reclutamiento muy bien cualificadas de cara a la Segunda Guerra Mundial. La mayor parte del armamento que recibió el Ejército Húngaro se lo proporcionaron Alemania e Italia a costa de los países conquistados en Europa.
Yugoslavia fue invadida por Hungría el 12 de Abril de 1941 con el II Ejército Húngaro al mando del general Elemér Gorondy-Novák que encuadraba a los I, IV y V Cuerpos, al Cuerpo Móvil y a la 1ª Brigada Paracaidista. Las fuerzas aerotransportadas húngaras fueron las primeras en intervenir al norte de Serbia saltando tras la retaguardia enemiga y causando una gran confusión entre las tropas yugoslavas. Acto seguido, la infantería cruzó el Río Drava y el Río Danubio en dos alas que dejaron envuelto al I Ejército Yugoslavo tras conquistar su centro de comunicaciones en Szemum y la importante localidad de Bácska. Fue así como con tan sólo 30 muertos en su haber, el Ejército Húngaro destruyó al I Ejército Yugoslavo y Hungría pudo anexionarse el territorio de Drave que anteriormente había perdido en el Tratado del Trianon. Cuando Hungría se sumó a la “Operación Barbarroja” el 27 de Junio de 1941, el Cuerpo Móvil, la 1ª Brigada de Montaña y la 8ª Brigada de Fronteras fueron las unidades elegidas para invadir la Unión Soviética. Mediante una sorprendente velocidad, las húngaros rompieron el frente de los Cárpatos, penetraron por Galitzia, cruzaron el Río Dniéster y avanzaron sobre Ucrania formando parte del XVII Ejército Alemán.
Mientras combatía contra la Unión Soviética, Hungría mantuvo negociaciones de paz secretas con los Estados Unidos y el Reino Unido. Hitler descubrió su traición y, en 1944, las fuerzas alemanas ocuparon Hungría para evitar una deserción similar a la de Italia. Cuando las tropas soviéticas se aproximaban al territorio húngaro el regente Miklós Horthy firmó un armisticio entre Hungría y la Unión Soviética. Aproximadamente 300.000 soldados y 80.000 civiles húngaros murieron durante la Segunda Guerra Mundial y muchas ciudades sufrieron daños, especialmente la capital, Budapest.
EL SOLDADO BÚLGARO
La historia de Bulgaria durante la Segunda Guerra Mundial cubre el período entre 1939 y 1945. Hasta el 1 de marzo de 1941, Bulgaria se mantuvo neutral en la guerra. En dicha fecha, se convirtió en aliada de las fuerzas del Eje hasta el 9 de septiembre de 1944, momento en que cambió de bando para integrarse en el de los Aliados hasta el final de la guerra. No obstante, hay que destacar que, a diferencia de otros países como Hungría o Rumania que son, al igual que la propia Bulgaria, unos satélites oportunistas del Tercer Reich que pretenden obtener ganancias territoriales de una alianza con Alemania, Bulgaria mantuvo relaciones diplomáticas con la URSS en todo momento.
En 1938 contaba con poco menos de 6.500.000 habitantes. Limitaba con Rumania, Yugoslavia, Grecia y Turquía, con acceso al Mar Negro y al Mar Egeo, es decir tenía una gran importancia estratégica debido a su situación geográfica. El país era gobernado por el Zar Boris III, quien tenía gran simpatía por Alemania y el nacionalsocialismo alemán. Por tanto, no fue extraño que antes de la guerra Bulgaria firmara una alianza con el III Reich. Bulgaria tenía acuerdos de no agresión con los países miembros del Pacto Balcánico firmado en Salónica, Grecia, el 31 de Julio de 1938.
Al comenzar la Segunda Guerra Mundial, Bulgaria se mantuvo neutral. Con la firma del tratado firmado con Rumania el 07 de Setiembre de 1940, en Cracovia, Bulgaria recuperó el sur de Dobrudza, en buena parte debido al respaldo de Alemania. El 7 de setiembre de 1941, Bulgaria se adhería al Pacto Pacto Tripartito del Eje, mediante el cual garantizaba a Alemania el acceso a sus bases navales, bases aéreas y red ferroviaria. Las fuerzas armadas alemanas ingresaron a Bulgaria el 02 de Marzo de 1941, en preparación para la invasión de Yugoslavia y Grecia.
El 20 de Abril de 1941 el I Ejército Búlgaro con 15.500 soldados al mando del general Nikola Hadzhi-Petrov cruzó la frontera con Grecia a través de la demarcación de Argan, lo que significó la entrada de Bulgaria en la Segunda Guerra Mundial del lado de las potencias del Eje. Gracias a la “Guerra Relámpago” o “Blitzkrieg” que simultáneamente practicó el Ejército Alemán, el I Ejército Búlgaro se apoderó de las ciudades de Alexandroupoli, Svilingrad y Maritsa, además de cruzar el Río Struma y alcanzar las orillas del Mar Mediterráneo con la toma de los puertos de Xanthi, Kavala y Drama. Una vez el I Ejército Búlgaro se situó en el litoral, algunas de sus unidades se hicieron con una serie de embarcaciones con las que navegaron sobre el Mar Egeo y conquistaron las Islas de Thasos y Samotracia. Así fue como finalmente el 30 de Abril de 1941, Grecia se rindió y el I Ejército Búlgaro se erigió como vencedor tras haber sufrido 1.500 bajas entre muertos, heridos y desaparecidos. En 1941, Bulgaria recibía casi toda Macedonia, así como la Tracia Egea y Tracia Vardariana, el extremo sur-oriental de Serbia. Bulgaria participó igualmente en la ocupación del resto de Serbia, la cual ocupó hasta setiembre de 1944. También envió algunas tropas a Bosnia-Herzegovina para controlar a los partisanos. El 13 de diciembre de 1941, Bulgaria declaraba la guerra a EEUU y Gran Bretaña.
Dos días después del inicio de la invasión a la URSS, el 24 de Junio de 1941, el Comité Político del Comité Central del Partido de los Trabajadores de Bulgaria, designó comisiones centrales y distritales con el propósito de organizar y dirigir los movimientos partisanos en contra del gobierno del Zar Boris III y de las fuerzas alemanas. En 1944 cuando las fuerzas de la URSS se acercaban a las fronteras de Bulgaria, los dirigentes de las fuerzas partisanas realizaron reuniones secretas con representantes de EEUU y Gran Bretaña en El Cairo y Ankara. Simultáneamente, el Comité Central emitió instrucciones para efectuar un alzamiento de las tropas búlgaras. Cuando las fuerzas soviéticas se encontraban a punto de cruzar la frontera, enviaron un ultimátum al gobierno bulgaro que colapsó ante la presión tanto interna como externa. El 5 de setiembre de 1944, la URSS declaraba la guerra a Bulgaria y el día 9 estalló la rebelión de las fuerzas armadas en Sofía. El día 10 de setiembre de 1944, Bulgaria declaraba la guerra a Alemania tomando parte activa en los últimos estadios de la guerra, participando en las últimas acciones militares en Yugoslavia, Hungría y Austria. El día 28 de octubre de 1944, Bulgaria firmaba el armisticio oficial con los países de la Coalición en contra del Eje.
EL SOLDADO RUMANO
Rumanía fue la cuarta nación más poderosa de las potencias del Eje y también una de las más participativas en la Segunda Guerra Mundial. Durante el período comprendido entre 1941 y 1944, el Ejército Real Rumano se batió con bravura y determinación a lo largo de la contienda, erigiéndose las divisiones rumanas como una de las fuerzas armadas más combativas de Europa y en especial del Frente Oriental. En junio de 1941, tras un breve período de neutralidad bajo el reinado de Carlos II (o Carol II), Rumania se une a las fuerzas del Eje durante la dictadura de Ion Antonescu. A partir de junio de 1941, con la invasión de la URSS, varios cientos de miles de soldados rumanos combaten en la Unión Soviética contra el Ejército Rojo junto a la Wehrmacht alemana.
Hasta el siglo XX el Ejército Real Rumano no se vio envuelto en ningún conflicto, por lo menos hasta que en la II Guerra Balcánica de 1913 tuvo que movilizar a sus fuerzas armadas contra Bulgaria en una coalición con Serbia, Grecia, Turquía y Montenegro. Con todo en su contra, tanto a nivel militar, tecnológico, geográfico y estratégico, Rumanía entró en la Primera Guerra Mundial el 27 de Agosto 1916 al lado de Rusia, Gran Bretaña y Francia. Victoriosa Rumanía en la Primera Guerra Mundial a pesar de su discutible contribución militar, fue premiada con la Dobrudja a costa de Bulgaria y la Transilvania a costa de Hungría. Durante la Época de Entreguerras el Ejército Real Rumano estuvo perfeccionándose con técnicos franceses y en menor medida con algunos británicos. A pesar de que los rumanos confiaban en que el Ejército Francés era el mejor de la época, lo cierto fue que las tácticas galas basadas en el avance de oleadas de infantería apoyadas por artillería estaban anticuadas. A nivel armamentístico el Ejército Real Rumano disponía de un arsenal variopinto respecto a la época. Las armas de mano para los soldados fueron anticuados fusiles austríacos Mannlicher de 6’5 milímetros y novedosas ametralladoras checoslovacas ZB-30, además de constar la protección para la cabeza de los combatientes de un llamativo caso holandés M1939, aunque algunas tropas todavía prefirieron el Adrián francés de la Gran Guerra. La artillería más potente estaba formada por obuses de 75 a 100 milímetros, siendo el resto piezas Skoda checas de 37 y 47 milímetros.
Oficialmente, Rumania se mantuvo neutral, garantizando incluso el derecho de asilo a los miembros del Gobierno de Polonia que huían de la ocupación de su país. El 27 de junio de 1940 la URSS invadió Besarabia y el norte de Bucovina y devolvió Dobruja a Bulgaria. El Reino de Rumanía que encabezaba el Rey Miguel I y el Conducator Ion Antonescu bajo un régimen de tendencia fascista, se alió con Alemania firmando el Pacto Tripartito el 23 de noviembre de 1940 y constituyó el más fiel socio del Tercer Reich con la esperanza de acabar con la amenaza del comunismo sobre Europa, recuperar la Besarabia y Bukovina en Moldavia y ampliar el “espacio vital” rumano sobre las tierras occidentales de Ucrania. Desde 1941 hasta 1944. el ejército rumano se constituyó en el mayor contingente de los países del Eje desplegados en los territorios de Moldavia, Transnistria y Ucrania durante ese período.
La mañana del 22 de Junio de 1941, el Ejército Rumano cruzó la frontera con la Unión Soviética arrollando a las primeras posiciones defensivas enemigas y tomando a numerosos prisioneros del Ejército Rojo. Contando con el apoyo del IX Ejército Alemán, las tropas rumanas liberaron las dos provincias de Besarabia y Bukovina a un coste escaso de 21.000 bajas entre 4.000 muertos, 12.000 heridos y 5.000 desaparecidos, provocando pérdidas mucho mayores a los soviéticos, algo que sin duda vengó la humillación de la anexión forzosa de estos dos territorios en 1940. A comienzos de 1942, el Ejército Rumano desplegó a 380.000 soldados en el Frente Oriental, aproximadamente el equivalente a un 12% del total de las tropas del Eje. Entre las nuevas aventuras que participaron los rumanos estuvo la campaña de Crimea con la conquista de la Península de Kerch y posteriormente el sangriento asalto al puerto de Sevastapol, así como la invasión del este de Ucrania sobre Kharkov y el suroeste de Rusia en el Río Don. Después de la derrota de Alemania en el Frente del Este, ante la contraofensiva de las tropas soviéticas, el Ejército Rojo alcanzó la frontera rumana en la primavera de 1944. Luego, el 23 de agosto de 1944, Antonescu fue detenido por orden del Rey Mihai I y nombró como sucesor en el cargo a Sanatescu quien asumió la jefatura de Gobierno e inmediatamente, el 25 de agosto 1944, le declaró la guerra a Alemania.
EL SOLDADO FINLANDÉS
El Ejército Finlandés fue una de las fuerzas armadas más populares de la Segunda Guerra Mundial, no solo por su reducido tamaño, sino porque a pesar de su inferioridad numérica, las tropas finesas lograron hazañas espectaculares. De hecho, gracias a la valentía y pericia del soldado finlandés, Finlandia se erigió como la única nación de Europa Oriental que mantuvo su independencia de la Unión Soviética al término de la Guerra de Continuación en 1944.
Desde el Siglo XV y durante 400 años, Finlandia estuvo unida a Suecia. Finlandia había sido ocupada por el Imperio Ruso durante las Guerras Napoleónicas a inicios del siglo XIX y desde entonces el pueblo finlandés ansiaba su autodeterminación. Durante la Primera Guerra Mundial, Finlandia se mantiene al margen del conflicto, pero en 1917, cuando estalla la revolución bolchevique, Finlandia ve la oportunidad de ganar su independencia de Rusia. La Primera Guerra Mundial entre Rusia y Alemania facilitó este proceso cuando el Ejército Alemán creó al 27th Batallón de Cazadores Finlandés “Jäger” compuesto por 1.450 voluntarios fineses que combatieron contra el Ejército Ruso en el Frente Oriental, tomando parte en la invasión de Letonia y peleando en el Río Misa y Curlandia. Precisamente, esta unidad constituiría la columna vertebral de las “fuerzas armadas finlandesas” después de la Revolución Bolchevique que supuso la derrota de Rusia en la Gran Guerra, impulsara el 6 de Diciembre de 1917 la definitiva independencia de Finlandia. Terminada la Guerra Civil Finlandesa a mediados de 1918, la Guardia Blanca fue reconvertida en el Ejército Finlandés que a lo largo de los años siguientes mantuvo una serie de choques contra la Rusia Soviética.
Ya en 1920 estableció el servicio militar obligatorio, complementado por un sistema de reservas territoriales que permitía levantar un ejército en poco tiempo. Diversas asociaciones cívicas contribuirían a su logística. Se construyó también una línea defensiva de unos ciento cuarenta kilómetros en el istmo de Carelia, entre el lago Ladoga y el golfo de Finlandia.
El 21 de Enero de 1932, Finlandia y la URSS firmaron un pacto de no-agresión, que se mantuvo vigente hasta que estalló la Segunda Guerra Mundial. Alemania y la Unión Soviética firman su pacto de no agresión y el acuerdo secreto para la repartición de Polonia. En ese pacto, Alemania reconoce que Finlandia se encuentra dentro de la esfera de intereses de la Unión Soviética y con ello, el Soviet se ve con las manos libres para actuar, exigiéndole al gobierno de Helsinki la devolución de territorios que según los soviéticos les pertenecen. El 29 rompió relaciones diplomáticas, y al día siguiente Helsinki y otras ciudades finlandesas fueron bombardeadas por la aviación soviética. La guerra de Invierno había comenzado. Agrupado en nueve divisiones, el ejército finlandés, dirigido por el mariscal Mannerheim, contaba con solo 33.000 hombres, más los 127.800 del Ejército Territorial, los 100.000 de la reserva y otros tantos de la Guardia Cívica, aunque carecía de equipo para todos ellos. Su artillería era escasa, y provenía de los excedentes de la Primera Guerra Mundial. Con una desigualdad de fuerzas descomunal a favor de los soviéticos, Finlandia resistió más de tres meses el acoso de Stalin y logró conservar su independencia. Los finlandeses, a diferencia de los soviéticos, conocían el terreno a la perfección y estaban habituados al clima ártico y la escasez de horas de luz. A medida que los soviéticos se adentraban en Laponia, su situación se volvía más penosa, por el hostigamiento de los cazadores lapones y el frío glacial.
Finalmente, viendo que los aliados no saltaban al ruedo, el gobierno finés aceptó las hirientes propuestas soviéticas, no sin la oposición de algunos de sus miembros y las dudas del propio Mannerheim. El cese de hostilidades, que entró en vigor el 13 de marzo. Las condiciones eran durísimas, puesto que suponían la pérdida de más del 10% de la superficie total de Finlandia y el éxodo de casi medio millón de refugiados. A pesar de los 200.000 muertos soviéticos y los cerca de 25.000 finlandeses, la paz amparada por el Tratado de Moscú duró poco. Aprovechando la invasión alemana de la URSS en junio de 1941, las fuerzas finlandesas intentaron recuperar el terreno perdido en la llamada guerra de Continuación. No fue posible. La derrota nazi supuso para Helsinki la vuelta a las fronteras de 1940 y la pérdida de nuevos territorios en la región ártica.
EL SOLDADO FINLANDÉS
El Ejército Finlandés fue una de las fuerzas armadas más populares de la Segunda Guerra Mundial, no solo por su reducido tamaño, sino porque a pesar de su inferioridad numérica, las tropas finesas lograron hazañas espectaculares. De hecho, gracias a la valentía y pericia del soldado finlandés, Finlandia se erigió como la única nación de Europa Oriental que mantuvo su independencia de la Unión Soviética al término de la Guerra de Continuación en 1944.
Desde el Siglo XV y durante 400 años, Finlandia estuvo unida a Suecia. Finlandia había sido ocupada por el Imperio Ruso durante las Guerras Napoleónicas a inicios del siglo XIX y desde entonces el pueblo finlandés ansiaba su autodeterminación. Durante la Primera Guerra Mundial, Finlandia se mantiene al margen del conflicto, pero en 1917, cuando estalla la revolución bolchevique, Finlandia ve la oportunidad de ganar su independencia de Rusia. La Primera Guerra Mundial entre Rusia y Alemania facilitó este proceso cuando el Ejército Alemán creó al 27th Batallón de Cazadores Finlandés “Jäger” compuesto por 1.450 voluntarios fineses que combatieron contra el Ejército Ruso en el Frente Oriental, tomando parte en la invasión de Letonia y peleando en el Río Misa y Curlandia. Precisamente, esta unidad constituiría la columna vertebral de las “fuerzas armadas finlandesas” después de la Revolución Bolchevique que supuso la derrota de Rusia en la Gran Guerra, impulsara el 6 de Diciembre de 1917 la definitiva independencia de Finlandia. Terminada la Guerra Civil Finlandesa a mediados de 1918, la Guardia Blanca fue reconvertida en el Ejército Finlandés que a lo largo de los años siguientes mantuvo una serie de choques contra la Rusia Soviética.
Ya en 1920 estableció el servicio militar obligatorio, complementado por un sistema de reservas territoriales que permitía levantar un ejército en poco tiempo. Diversas asociaciones cívicas contribuirían a su logística. Se construyó también una línea defensiva de unos ciento cuarenta kilómetros en el istmo de Carelia, entre el lago Ladoga y el golfo de Finlandia.
El 21 de Enero de 1932, Finlandia y la URSS firmaron un pacto de no-agresión, que se mantuvo vigente hasta que estalló la Segunda Guerra Mundial. Alemania y la Unión Soviética firman su pacto de no agresión y el acuerdo secreto para la repartición de Polonia. En ese pacto, Alemania reconoce que Finlandia se encuentra dentro de la esfera de intereses de la Unión Soviética y con ello, el Soviet se ve con las manos libres para actuar, exigiéndole al gobierno de Helsinki la devolución de territorios que según los soviéticos les pertenecen. El 29 rompió relaciones diplomáticas, y al día siguiente Helsinki y otras ciudades finlandesas fueron bombardeadas por la aviación soviética. La guerra de Invierno había comenzado. Agrupado en nueve divisiones, el ejército finlandés, dirigido por el mariscal Mannerheim, contaba con solo 33.000 hombres, más los 127.800 del Ejército Territorial, los 100.000 de la reserva y otros tantos de la Guardia Cívica, aunque carecía de equipo para todos ellos. Su artillería era escasa, y provenía de los excedentes de la Primera Guerra Mundial. Con una desigualdad de fuerzas descomunal a favor de los soviéticos, Finlandia resistió más de tres meses el acoso de Stalin y logró conservar su independencia. Los finlandeses, a diferencia de los soviéticos, conocían el terreno a la perfección y estaban habituados al clima ártico y la escasez de horas de luz. A medida que los soviéticos se adentraban en Laponia, su situación se volvía más penosa, por el hostigamiento de los cazadores lapones y el frío glacial.
Finalmente, viendo que los aliados no saltaban al ruedo, el gobierno finés aceptó las hirientes propuestas soviéticas, no sin la oposición de algunos de sus miembros y las dudas del propio Mannerheim. El cese de hostilidades, que entró en vigor el 13 de marzo. Las condiciones eran durísimas, puesto que suponían la pérdida de más del 10% de la superficie total de Finlandia y el éxodo de casi medio millón de refugiados. A pesar de los 200.000 muertos soviéticos y los cerca de 25.000 finlandeses, la paz amparada por el Tratado de Moscú duró poco. Aprovechando la invasión alemana de la URSS en junio de 1941, las fuerzas finlandesas intentaron recuperar el terreno perdido en la llamada guerra de Continuación. No fue posible. La derrota nazi supuso para Helsinki la vuelta a las fronteras de 1940 y la pérdida de nuevos territorios en la región ártica.
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